martes, 25 de mayo de 2010

ÚLTIMA SINGLADURA.

25 de mayo de 2010, tan sólo un día para decir adiós a la realización de un sueño. Como pasa cuando se gana un título o se consigue un gran éxito, no te das realmente cuenta del valor que tiene o de lo que significa hasta que pasan unos días. Es un sentimiento parecido al que tengo ahora, a un solo día de la llegada a casa.

Probablemente el deseo tan grande de ver a mi mujer y a mi hijo me ciega y me abstrae de lo que vá a ser la vuelta al huracán-ciclón-temporal que es la vida tan injustamente llamada civilizada.

Conociéndome, seguro que se trata de un mecanismo de autodefensa psicológico de uno mismo, tal como son los pensamientos positivos. Siempre he sido muy de aludir a esa forma de ser optimista. Y así, en este caso, no me asalte la pena y me dé por virar 180º y volver de nuevo a empezar esta travesía o seguir descubriendo otros mares u océanos.

Dejando esta nostalgia para cuando lleve un mes en tierra firme os diré que desde ayer sentimos la cercanía del estrecho. El simple hecho de observar el gran trasiego de barcos que desde ayer nos cruzan por proa, por popa, nos adelantan o nos pasan de largo. Mercantes de todo tipo, petroleros, portacontenedores gigantes, otros muchos de diferentes y extraños aspectos e incluso fragatas de guerra. Todo ello unido a la recepción de radio AM nos hace indicar, sin acudir al gps o la carta náutica que estamos en la entrada al dispositivo de separación de tráfico del Estrecho.

Salimos de la isla caribeña de Antigua el día 26 de abril y llegaremos el 26 de Mayo. En el viaje de ida zarpamos un domingo 24 de enero y arribamos el, también domingo, 28 de febrero. Cinco semanas de ida y 4 semanas de vuelta, ni un día más ni un día menos de nuestras previsiones antes de zarpar, ¿casualidades?

Hay que tener muy en cuenta que esto no es un viaje en coche en el que tú sabes exactamente cuántas paradas vas a hacer para repostar, el tiempo de esas paradas, puedes preveer si habrá tráfico o no, y hasta el rango de velocidades que llevarás. En nuestro caso, en la mar, y al ser travesías tan largas (casi 4.000 millas de ida y 3.500 de vuelta) dependemos de un sinfín de parámetros que son muy aleatorios y hacen muy complicado este cálculo. Viéndolo así podría contestar que sí, que son casualidades, pero viendo y analizando como se desenvuelve el capitán Manzaneque me temo que, a pesar de engordar su orgullo, debo decir que estas casualidades no me las parecen tanto. Es más camuflaría mi admiración diciendo que es la "suerte del audaz" como reza una de sus frases míticas.

Otra prueba significativa es la comparativa entre nuestra navegación en relación a la que están teniendo nuestros amigos del Selene III. Primero hay que decir que tanto Antonio, propietario, como Jorge, tripulante, son experimentados navegantes. El primero se dedica a alquilar su barco en largas travesías incluyendo 4 o 5 cruces del Atlántico. Vamos, que no son, ni mucho menos, unos "papa frita" como los que se ven por ahí y se hacen llamar navegantes.

Dicho ésto, comentaros lo importante que es una interpretación de un parte metereológico, tanto como tener bien preparado y pertrechado el barco para soportar condiciones adversas.

Como sabéis si habéis seguido el blog, ellos salieron 140 millas por detrás de nosotros (un día después). Optaron por tomar un rumbo más al norte del directo al estrecho, en contra de la decisión de Alfonso ganar Sur ciñendo para, días después, y a rumbo directo (Este) ser empujado con más comodidad por los previstos vientos del sur.

El primer día nos recortaron 40 millas. Hay que explicar además que su barco es ligeramente más rápido que el mío, "baltic 42" contra "etap 39". Nosotros nos vimos afectados por una corta calma que nos ralentizó durante varias horas. Ahí acabó su acierto. Aunque anduvieron bastante, al igual que nosotros, fijaos la diferencia de navegación de uno y otro:

Selene III, noches y días de mucho viento, 30 nudos o más, chubascos continuos que según sus palabras "nos dejan los trajes de agua empapados, olas que rompen en cubierta y lo anegan todo, la humedad del interior que hace difícil el descanso y la vida a bordo, y para colmo en la noche del domingo el piloto automático no puede con el fuerte viento y tenemos que gobernar a mano, justo cuando más fuerte llueve y con todo ya mojado".

Tal como ilustra la cita "es mejor estar en tierra deseando zarpar que en el mar deseando estar en el bar". En definitiva, un infierno.

Por contra, el Peter´s Boat, navegando a vela con máximos de 20 nudos que nos empujan con poco trapo a medias de 7 nudos y puntas de 9 nudos. Cielo despejado y sol radiante que nos permiten relajarnos, leer, escribiros los diarios, comer como Dios manda, descansar por la noche y vigilar en las guardias bajo cielos estrellados. Y encima recorrer las mismas distancias. De hecho, hemos vuelto a batir el record que hicimos hace tres días dejando la nueva marca en 170 millas en un día. En resumen, una maravilla, días que hacen afición y, en cambio, tan cerca, a tan sólo un grado de latitud y unos pocos de longitud, pasándolo tan mal.

Ésta no es más que otra prueba del buen hacer marinero del caballero legionario Manzaneque y mi piel tostada lo agradece.

Ya se me olvidaba, otra cosa que nos permite el buen tiempo es jugar a las cartas. Si, la "II Escoba Atlantic Champion" esta en su momento decisivo. Os recuerdo gana el que consigue nueve victorias.

Desde el viernes que os anunciaba el 5-4 a mi favor, ayer lunes recorté un punto de la remontada que sufrí, un parcial de 0-3 que le hizo colocarse con un alarmante 5-7 a su favor. Afortunadamente ayer reaccioné poniéndome a un punto, es decir al día de hoy que jugaremos dos partidas el resultado parcial es 6-7 favorable a Alfonso. Espero mañana seguir vivo en la competición. En realidad, soy como Rafa Nadal, le van los partidos largos.

Cambiando de tema, otra curiosidad y novedad. Muchos días hemos amanecido con peces voladores en cubierta. Ya hemos explicado en su momento cómo y porqué aparecen ahí. Pero esta vez, los polizontes han sido 3 calamares pequeños de los cuales os mando una foto. ¿Curioso no? No sabía que estos bichos saltaban hasta llegar a bordo del barco… hasta el último día aprendiendo.

Por último, el parte médico sobre el estado físico de nuestra pasajera, la paloma Micaela: no se teme por su vida, evoluciona favorablemente, come, bebe y su aparato digestivo funciona a pleno rendimiento… ¡Que suerte, Piti!

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